27 noviembre 2009

Isis


La mítica sala Apolo cayó anoche bajo un delicioso embrujo: lo que salió de los instrumentos de Isis no fue música: fue pura magia.


25 noviembre 2009

Porcupine Tree: rock denso

Devotos a su estilo y a su habilidad como músicos. Sin artificios en el escenario y sin espacio para las sorpresas; incluso mostraron un cronómetro en la pantalla gigante que marcaba el tiempo de descanso.
Porcupine Tree tenían muy claro lo que querían mostrar. Y lo mostraron muy bien. Su último disco, The Incident, de principio a fin, y por orden, en la primera parte del show. Tocado de memoria, preciso, con un sonido exquisito, pero también sin mucha pasión, salvo momentos puntuales (Time flies, Circle of manias). Y tras la pausa, más energía, más emoción en el público y con el público, sonaron los viejos temas, y se notó la diferencia, no porque The Incident sea un mal disco, en absoluto, sino porque le falta algo de garra, y más en directo. Puede que no dieran un gran espectáculo, pero sí una tremenda lección de cómo hacer buen rock. Puede que les faltara algo de sangre, pero se me ocurrían muy pocos sitios mejores donde estar que allí, en esa atmósfera mística que crearon para nosotros.

04 noviembre 2009

Pero entonces... ¿Muse molan o no?

The resistance, de Muse, es, en sí mismo, un motivo convincente de por qué los grupos "maduros" deben ser dinámicos y evolucionar, aunque el experimento pueda resultar algo fallido, como es el caso. No queremos el mismo disco una y otra vez (para eso siempre tendremos a Slayer), pero ojo, tampoco queremos experimentos radiofórmula-cutresca (en esto han sentado cátedra Franz Ferdinand y The Killers últimamente). así de exigentes somos, oyes. Ser un referente es lo que tiene, no consiste en triunfar e innovar, más bien se trata de instalarse en la innovación permanente, por paradójico que resulte. Claro que, hay muchos grupos, y muy pocos referentes.


The resistance no consigue convencerme del todo. Pero lo considero un esfuerzo valioso y que merece ser reconocido. Sus buenos momentos se encuentran salpicados de grandilocuentes -y vanos- intentos de rock sinfónico (¿era realmente necesario?), de flojos "tributos" a Queen y Pink Floyd. Pero haberlos, haylos. Y son muy buenos momentos. La mayoría concentrados en los primeros cortes, lo que ayuda a que la digestión inicial del disco sea muy placentera. Y tras todo eso, la sensación de escuchar algo diferente, meritorio, la sensación de no haber perdido el tiempo.
Y, qué coño, seguro que todo el que se apunte a alguno de sus conciertos vuelve a casa contento.