01 marzo 2007

Ayer te vi.
Te vi, entre el humo rojizo, entre la melancolía que nos invadía, entre la tristeza que nos desbordaba. A través del sudor, del calor de la respiración entrecortada, a través de ventanas empañadas.
Por encima del sonido de un violín, de un acordeón ahogado sin piedad por guitarras distorsionadas, de un órgano eléctrico que insistía con aullidos fantasmales. Durante la canción más triste del mundo, te vi, con el pelo enmarañado y los ojos muy abiertos, te vi todo el rato y tu imagen se grabó para siempre en mi alma.



Gracias, Yann, por encender la luz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Que envidia yo pude ir a verlo snifffffff

un saludo