Arctic Monkeys - Humbug

Eels - Hombre Lobo (12 songs of desire)

Them Croocked Vultures - Them Croocked Vultures

Los yonquis musicales necesitamos mercancía continuamente. Probamos casi de todo. Estos son solamente dos de los proveedores con el más variado género, todo él de calidad:
Maynard James Keenan es un personaje extraño. Pero además, es el corazón de Tool, una de las bandas más aplaudidas del metal alternativo actual: la enorme influencia en las bandas de su entorno y su legión de discretos seguidores lo atestigua. Puedes zambullirte en cualquiera de sus cuatro álbumes durante horas y horas, sin dejar de encontrar matices exquisitos e inesperados. Un grupo de culto, imprescindible, que supera cada trabajo anterior con el siguiente.
La escasa producción de Tool es debida a partes iguales a la insaciable búsqueda de la perfección del sonido de estudio, y a los contínuos “affaires” de Keenan: A perfect circle es uno de sus proyectos paralelos, en donde rebaja el sonido industrial de Tool y se rodea de colaboradores como Billie Howerdel, también procedente de Tool, Jeordie White, ex bajista de Marilyn Manson, y James Iha, ex guitarrista de Smashing Pumpkins, entre otros. Tanto Mer de Noms como Thirteenth Step aportan el estilo inconfundible de Keenan/Howerdel al rock progresivo de principios de siglo.
Pero Maynard es un culo inquieto, que no sabe cómo mantenerse sentado en su sillón del estudio. Por eso en 2007 decide lanzarse a una aventura más arriesgada: comienza por escoger un nombre horrendo para su nuevo proyecto, Puscifer, y se atreve con la electrónica industrial. V for Vagina es un disco inclasificable, oscuro, retorcido, pero hipnótico y sorprendente a la vez.
Parece que siempre es conveniente mantenerse alerta ante los movimientos de este gurú del sonido progresivo e industrial, pues siempre parece tener algo mejor guardado en los bolsillos.
Queens of the Stone Age no es un grupo tan sesudo como Tool. El bueno de Josh Homme no tiene muchas pretensiones intelectuales, al menos no tantas como Keenan. Al fin y al cabo, debe pensar, esto no es más que rock and roll. Macarras, borrachos, irreverentes, el stoner rock sería insoportable sin ellos, seamos sinceros. Pero no hay que equivocarse, su desparpajo y cachondeo no les impide mostrar unas dotes soberbias para la composición musical, que muestran con orgullo en sus álbumes y actuaciones.
Pero el grandullón de Josh es en realidad bastante vago, y aunque le encanta pavonearse en el escenario, prefiere que algún otro le dicte las notas que debe tocar. Por eso de vez en cuando se divierte tocando ¡la batería! con Eagles of Death Metal, que, por supuesto, no tienen nada de death, ni de metal. Al más puro estilo ZZTop con sonidos garage, baila al son de su bigotudo amigo Jesse “the Devil” Hughes, al que indudablemente le hubiera encantado nacer 25 años antes, a pesar de que ya ahora parece viejo (será la mala vida). Diversión a raudales, por supuesto.
Pero ojo, Josh sigue enamorado del escenario, así que ha decidido montarse otro tinglado junto a Dave Grohl (ex Nirvana y líder de Foo Fighters, otro buen proveedor, aunque demasiado orientado al “mainstream” para mi gusto) y - atención - el eterno John Paul Jones, ex bajista de los insignes Led Zeppelin. Ahí es nada. Them Croocked Vultures se llamará el sarao y es, por supuesto, uno de los lanzamientos más esperados de 2010 finales de 2009.
-¡Luz! ¡maldita sea la luz!
que me desvela.
¡No! ¡aquí no deis la luz!,
se desespera.
No se ve, la vida se me queda a oscuras.
Venme a ver, caminito de la locura.[...]...y el fuego del infierno ya es sólo humo...
...después de arder el fuego ya es sólo humo...
...el infierno ya es sólo humo.
En algún momento entre los 10 y los 12 años me enganché irremediablemente a la que sería a partir de entonces una de mis mayores aficiones. En los inicios con algún vinilo, después con desgastados y sucios sonidos en cassettes, originales o grabados directamente de la radio (creo que aún podría encontrar entre mis cosas un cassette con la grabación de un especial de Plásticos y Decibelios acerca de Queen, que se emitió en el segundo aniversario de la muerte de Freddy Mercury), más tarde con los CDs y actualmente con los reproductores de mp3. Desde entonces he escuchado miles (y esta vez no exagero) de grupos, decenas o cientos de miles de canciones, de todos los estilos, de todas las épocas. He vivido y vivo la música con una enorme pasión (una pasión comparable a la horrible frustración que me produce el ser incapaz de generar nada mínimamente decente con un instrumento musical), y un ejemplo claro y evidente es este espacio de
Se convirtió en pasado. Los fans de Metallica fuimos cruelmente maltratados, despreciados y apaleados; escuchamos boquiabiertos el lamentable espectáculo de Reload, tuvimos que aguantar el despreciable comportamiento de Lars Ulrich y compañía en la polémica de Napster, comprobamos atónitos sus patéticas maniobras de enriquecimiento sin límites con numerosos recopilatorios, y abandonada ya toda esperanza, nos tragamos con patatas la bazofia de St. Anger. Todo esto fue demasiado. Hasta para un fan. El divorcio se consumó irremediablemente.
Death Magnetic no es una obra maestra dentro de la discografía de Metallica; sin embargo, significa (significará) mucho para toda nuestra generación de desencantados seguidores. Esta vez no necesitaremos buscar una pequeña virtud, por insignificante que sea, revolviendo entre la basura más apestosa, esta vez no tendremos que defender lo indefendible, ni tendremos que resistirnos a aceptar lo que todo el mundo ve menos nosotros. Esta vez Metallica va en serio. Este disco posee la esencia de lo que Metallica fue en el pasado y ya será para siempre, y era un bien completamente necesario, para ellos y para nosotros. Han vuelto la velocidad y los complejos y estupendamente bien entrelazados riffs, los vertiginosos solos y el bombo poderoso. Los dos primeros cortes del álbum, That was just your life y The end of the line, tienen una fuerza y una calidad que no escuchábamos desde hace más de diez años. El primer single, The day that never comes, es una balada de enorme calidad, a medio camino entre Fade to black y One, aunque obviamente no llega al nivel de semejantes obras maestras. Cyanide, la piedra angular del álbum, se encuentra a medio camino entre el Black Album y Load. All nightmare long y Broken, beat & scarred poseen un oscuro y poderosísimo estribillo. Unforgiven III cojea ciertamente, pero posee un solo de una calidad espeluznante. Y además, vuelve el corte instrumental, la gran seña de identidad de los mejores Metallica, con Suicide & redemption. Un trabajo digno, que nos hace sentir razonablemente orgullosos y nos permite mirar de nuevo cara a cara (por fin) a uno de los mayores iconos del Metal.
Siempre habrá quien ni siquiera le dé una oportunidad a este álbum. Quienes en algún momento decidisteis que Metallica no sería capaz de hacer nada destacable, que os reiréis de la edad, el ego y el alcoholismo de Hetfield, que criticaréis despiadadamente Death Magnetic sin siquiera haberlo escuchado, solamente por provenir de los “acabados” Metallica. Bien. Estáis en vuestro derecho, por supuesto. Pero esta vez, y a la vista de este disco, yo también estoy en mi derecho (¡por fin!) de dedicaros lo siguiente, con una sonrisa de satisfacción en la cara: esta vez, que os jodan.
Supuestamente se trataba de un festival, una pantomina denominada Daydream, pero en el recinto del Forum todo el mundo tenía muy claro a lo que había venido, y quedó demostrado en cuanto entraron en escena los de Oxford, con Thom Yorke a la cabeza, embutido en unos horribles pantalones rojos.
Este concierto me llevó a varias conclusiones: primero, que In rainbows es un disco correcto, con tres o cuatro canciones estupendas, y el resto completamente prescindibles. Segundo, que los cortes de Kid A y Amnesiac funcionan infinitamente mejor en directo que en los altavoces de casa. Tercero, que Hail to the Thief es un trabajo magnífico, algo que, por otro lado, ya tenía bastante claro. Y cuarto, que estos tipos tienen tan poco carisma como aparentan. Pero son unos músicos excepcionales.
A pesar de que se guardaron en el zurrón una cantidad ingente de temas fabulosos (Fade Out, Myxomatosis, Karma Police, High and dry, Exit music, Where I end and you begin,…), a pesar del impersonal recinto y de una acústica bastante mejorable, y a pesar de su escasísima, por no decir inexistente interacción con el público (les costó un buen rato decir siquiera un escueto “Hello”), el concierto me pareció estupendo, técnicamente impecable.
Personalmente, me saqué una espina que tenía clavada desde hace tiempo. La próxima oportunidad, quizás en Julio, quizás en Berlín, dependiendo del precio de