A finales de octubre de 1986, el vacío de Burton es ocupado por Jason Newsted y se graba un disco recopilatorio, Garage Days revisited, a modo de test para el nuevo bajista. Un año después aparece …And justice for all. Se trata de un trabajo con una estructura, de nuevo, similar a Master of puppets y Ride the lightning. La ausencia de Burton se nota clarísimamente, pues el bajo se encuentra completamente absorbido por el resto de instrumentos. Supuestamente esto es debido a la ausencia de Newsted en las sesiones de mezcla definitivas o quizás porque las líneas de bajo copiaban las de la guitarra rítmica, aunque las malas lenguas hablan de una declaración de intenciones sobre el nuevo bajista, algo que él mismo siempre negó. Independientemente de la marginación del bajo, se trata de un disco exageradamente complejo, letras políticas y angustiosas, con canciones más largas, riffs más complejos y variados, solos retorcidos y virtuosos, y una batería muy poderosa y más aguda. Para potenciar las altas frecuencias del bombo, Ulrich pegaba sobre él una moneda de 50 céntimos. En el disco se encuentra una espectacular One, uno de los grandes himnos del Metal de todos los tiempos, que además formó parte de la película “Johnny cogió su fusil” y supuso el primer videoclip de la banda, algo que le granjeó algunas críticas, pues el grupo se había mantenido contrario a ellos hasta ese momento; la densísima Harvester of sorrow parece referirse al alcoholismo del padre de Hetfield; sobre la canción de título ...And Justice for all, Hammet comentó, refiriéndose a su extrema dificultad:
“Un día, tras bajarnos del escenario de tocar ‘Justice’, uno de nosotros dijo ‘no vamos a tocar esta puta canción ni una sola vez más’”
Dyer’s Eve también les suponía dificultades colosales y tardó mucho en ser tocada en directo, hasta el 2004; la instrumental To Live is to die es un nuevo tributo a Burton, con algunos de los riffs compuestos por él antes del accidente, y con un pequeño poema salido también de sus manos. En conjunto, una nueva obra de referencia indiscutible, de la que Hammet sale coronado como uno de los grandes guitarristas del momento.
Tres años más tarde, tras un interminable proceso de producción conjunto con Bob Rock, aparece el disco homónimo de Metallica, que fue bautizado por sus fans como Black Album. El grupo ha cambiado de estilo: la longitud de las canciones es mucho menor, la velocidad se reduce considerablemente: la única reminiscencia thrash es el último corte, The struggle within, que de hecho parece completamente fuera de lugar; también desparece el corte instrumental. A pesar de ello, sigue siendo Metallica. Riffs muy acertados y elaborados, solos de guitarra para lucimiento de Hammet, letras más personales y atmósferas más densas construyen el álbum más vendido de toda la discografía de Metallica. Dos estupendas baladas, con un sonido más comercial, contribuyen decisivamente a ello: The unforgiven y Nothing else matters. Hay canciones que se convierten en clásicos del grupo, como Enter Sandman o Sad but true. También experimentan con nuevos instrumentos: en la intro de Wherever I may roamHetfield utiliza un sitar eléctrico. Newsted cobra más protagonismo con el bajo, y compone una genial My friend of misery. Tanto el proceso de grabación como la gira posterior al lanzamiento se recogen en “A year & a half in the life of Metallica”, un interesante documental en donde se puede observar el perfeccionismo del grupo, tanto en las grabaciones como en los conciertos, junto con las continuas disputas entre ellos y con Bob Rock. También se puede ver el accidente en el escenario de Hetfield con la pirotecnia, que le produjo quemaduras de segundo y tercer grado en el brazo izquierdo y provocó que no pudiera tocar la guitarra durante parte de la gira, siendo sustituido por John Marshall, aunque siguiera cantando. Son los mejores momentos: el disco catapulta hasta lo más alto al grupo, no sólo en ventas y popularidad, sino también como una demostración de lo que una renovación de sonido debe significar en un grupo de éxito. Metallica rebasa las barreras del Heavy y se convierte en un fenómeno de masas.
Hay algunos grupos o artistas que se pierden en el olvido (afortunadamente) tras unos pocos momentos de gloria. Otros, sin embargo, consiguen poco a poco, y por méritos propios, adentrarse y formar parte de la historia de la música y alcanzan el éxito. Pero existen los que, con su obra, dictan el camino por donde la música fluirá. Metallica es uno de esos conjuntos.
Cuando Kill ‘em allirrumpe en 1983 en las emisoras californianas, nadie podía creer que semejante disco hubiera sido publicado por cinco chavales de entre 19 y 21 años. Supone el nacimiento del Thrash, una manera completamente distinta de entender el Heavy Metal, algo que ya tímidamente habían apuntado Diamond Head y Motörhead, pero que Metallica concreta con maestría. No más rimbombancia, no más glamour. Un sonido -y unas letras- callejero y visceral que desatasca el mercado del Metal de manera definitiva. James Hetfield, Lars Ulrich, Cliff Burton, Dave Mustaine en un principio(antes de la salida del disco sería expulsado y formaría Megadeath), y Kirk Hammet muestran una gran habilidad pese a su juventud, elaborando canciones furiosas, multiestructuradas, de gran dificultad técnica, y con una velocidad diabólica.
Apenas un año después aparece el segundo largo del grupo, Ride the lightning. Todo grupo con un comienzo espectacular necesita continuidad en su segundo trabajo para ser considerado algo más que un simple pelotazo. Y este disco supone la consagración. Con un sonido más variado y progresivo, el disco posee una estructura que luego se repetirá: canciones de ritmo frenético junto con algunas lentas, densas como el plomo, y la primera de las archifamosas baladas de Hetfield, Fade to black, una de las grandes canciones de Metallica y del género, y por la que ya desde los sectores más puristas comienzan a recibir absurdas acusaciones de “haberse vendido”. Además, también incluyen su primera canción instrumental, The call of Ktulu. Su pericia comienza a alcanzar fama: sorprende la impresionante calidad de Hetfield, no como letrista y vocal, sino como guitarra rítmica; da la sensación de que podría ser guitarra solista de cualquier otro grupo sin la más mínima dificultad, ¡y encima canta!: éste es uno de los secretos del éxito de Metallica, aparte de la tremenda visión compositora de Burton, y en realidad de todo el grupo, la originalidad de Ulrich en la batería, con sorprendentes e inesperados redobles que crearán escuela, y la velocidad en los trastes de Hammet, aventajado alumno de Satriani, dominando a la perfección el tapping. Pero, aunque parezca mentira, lo mejor estaba por llegar.
Master of Puppets, publicado en 1986 por Elektra Records, es la obra cumbre, no solo de Metallica, sino indudablemente del thrash y posiblemente de todo el Metal. Steve Huey escribe: ”algunos críticos consideran Master of Puppets el mejor álbum de Heavy Metal jamás grabado; si no lo es, ciertamente se queda muy cerca”. Hay muchos motivos para decir esto. Ocho, en concreto: cada uno de los temas, en donde ninguno flaquea, con una técnica más depurada todavía, si cabe. Mejoran lo poco mejorable de sus anteriores trabajos, especialmente las letras, profundamente sentimentales, en donde tratan temas como la fragilidad, debilidad y bajeza de todo cuanto les rodea y de lo que forman parte. Comienza con una acelerada Battery para luego atacar con Master of Puppets, dos maravillas completamente inalcanzables para el resto de la escena Heavy. La enfermiza Welcome home (sanitarium) nos revela los monstruos que Goya ya nos había sugerido. Damage Inc. desata toda la frustración ante el sentimiento de indefensión. Y Orion. Burton, principalmente, Hetfield y Ulrich se sacan de la chistera una canción instrumental que convierte a Metallica en casi leyenda. Una base de bajo espectacular y una batería progresiva subyacen durante ocho minutos y medio de absoluta catarsis, en donde pueden llegar a oírse tres líneas de guitarras y un bajo solista simultáneos, con múltiples cambios de métrica a lo largo del corte, además de 3 solos de guitarra perfeccionados con una maestría incomparable por Hammet y Hetfield y un solo de bajo distorsionado que Burton se encarga de hacer sonar como si fuera de guitarra.
Un accidente del autobús de la gira europea, en Suecia, poco después de la salida de Master of Puppets, mutila trágicamente al grupo. Cliff Burton muere en el accidente y la música se queda huérfana de uno de los mejores compositores y bajistas de la época. La tristeza y desolación entre sus compañeros es total. Orion se convierte en el canto del cisne de Burton: Melodía lúgubre de su funeral, el grupo, tras decidir continuar porque consideran que así hubiera sido el deseo del difunto, no volverá a tocarla en directo completamente, hasta el vigésimo aniversario del disco, el año pasado.
Primal Scream se había propuesto un disco de rock. Y hacen un trabajo que se convierte en referencia. Pero ellos ya están acostumbrados. En Riot City Blues, no hay demasiado blues, pero sí mucho sonido de ciudad y una vuelta a las raíces del rock para redefinir el estilo indie. Han “apagado el ordenador y cogido de nuevo las guitarras”: energía pura. Primal Scream estuvo de parto el septiembre pasado. Y les salió una niña preciosa, casi tanto como Screamadelica y XTRMNTR. Y es que el que tiene, retiene. Y unos pocos nunca dejan de tener.
El legendario cantante estadounidense James Brown, conocido como "el padrino del soul", ha muerto hoy, a los 73 años, en un hospital de Atlanta, según ha informado su agente. Brown, pionero de la música soul y un revolucionario del ritmo, falleció a la 1.45 hora local (07.45, hora peninsular española) en el Emory Crawford Long Hospital, en el que había ingresado ayer a consecuencia de una neumonía severa. Célebre por voz imponente y sus frenéticos movimientos, Brown se hizo famoso con títulos como I Got You (I Feel Good), Papa's Got a Brand New Bag, Please Please Please y Living in America. En el momento de su muerte, Brown se encontraba junto a su amigo y compañero de trayectoria musical Charles Bobbit. Su sentido innovador del ritmo le convirtió en uno de los músicos estadounidenses con mayor influencia de la década de los 50, junto a nombres como Elvis Presley y Bob Dylan. Se le considera no sólo el padre del soul, sino que su música contribuyó a crear estilos como el rap, el funky o la música disco. Mick Jagger, Michael Jackson y David Bowie, entre otros, reconocieron haberse inspirado en el legendario Brown.
En Navidad también suceden malas noticias. Despidámonos de él con una sonrisa:
La minúscula parte de la humanidad que representamos es privilegiada. A pesar de ello, hay quien sufre despiadadamente. Otros, sin embargo, tenemos problemas algo más banales:
LOU REED PRESENTA 'BERLIN' 33 AÑOS DESPUÉS. El cantante y compositor neoyorquino interpretará por primera vez en directo 'Berlin', su segundo álbum en solitario, creado hace 33 años. Del 14 al 17 de diciembre, Lou Reed interpretará las 10 canciones del disco en el St. Ann's Warehouse de su Brooklyn natal. Las actuaciones han levantado un gran interés entre los seguidores del artista, hasta el punto de que las entradas están agotadas desde hace semanas. Para la ocasión, Reed ha preparado un montaje multimedia que le acompañará en el escenario para dar vida a 'Berlin', la historia de amor de dos drogadictos, Caroline y Jim, en la ciudad alemana que da nombre al disco. Reed trata en sus letras temas como la violencia doméstica, la adicción a las drogas, el adulterio, la prostitución o el suicidio.
Lou Reed, el príncipe del rock independiente, el adelantado a su tiempo, presenta una de sus grandes joyas con un poco de retraso. A pesar de ello, la gente está encantada. Y no es para menos: Berlin, junto con Transformer y el primer disco del inmortal grupo The Velvet Underground (que fundó con John Cale, Maureen Tucker y Sterling Morrison, y cuyo nombre proviene de un libro de sadomasoquismo), suponen un antes y un después en la historia de la música moderna. Pero, ya que al protegido de David Bowie nunca le gustaron los halagos ni las atenciones de los periodistas, no procede comentar nada más.
Un precioso fragmento de Berlin (atención a la letra, en el año 1973):
El supuesto experimento de dos de los pesos pesados nacionales tiene un claro vencedor. Bunbury & Vegas, El tiempo de las cerezas, veinte canciones, diez cada uno, en rigurosos turnos alternados. En un principio, se espera la gravedad de Vegas y el gamberrismo de Bunbury, pero éste último patina. Mientras que a Nacho Vegas la presencia de Bunbury le conduce a una evolución instrumental muy apreciable, al segundo la jugada le sale mediocre. Aún así, el maño tiene sus grandes momentos, como El callejón sin salida, Látex o En la espina dorsal del universo; porque, eso sí, cuando se pone, lo borda. El tedio se apodera del resto de los temas del showman, con letras muy enrevesadas que no consiguen transmitir mucho, además de poca originalidad en su música. Recuerda demasiado a El viaje a ninguna parte, viaje del que todavía no parece haber regresado. El asturiano más indie se desata con un estilo más agresivo; tan pesimista como siempre, pero con un ritmo más vivo y más mala leche. Realiza un trabajo estupendo: una composición vocal sobresaliente, con unos estribillos tremendamente efectivos, por esta vez sin someter la instrumentación a la lírica, sino mucho más complementadas. Todas sus canciones tienen algo de esa magia que le falta a las del de Zaragoza. Muy curiosa Montenegra, con un estilo que recuerda a Yann Tiersen. También a destacar Días extraños, El cazador y una sobrecogedora Bravo (la original es del yucateco Luís Demetrio). Notable alto para Nacho. Enrique aprueba por los pelos.
Choose life. Choose a job. Choose a career. Choose a family. Choose a fucking big television, choose washing machines, cars, compact disc players, and electrical tin openers. Choose good health, low cholesterol and dental insurance. Choose fixed- interest mortgage repayments. Choose a starter home. Choose your friends. Choose leisure wear and matching luggage. Choose a three piece suite on hire purchase in a range of fucking fabrics. Choose DIY and wondering who you are on a Sunday morning. Choose sitting on that couch watching mind-numbing spirit- crushing game shows, stuffing fucking junk food into your mouth. Choose rotting away at the end of it all, pishing your last in a miserable home, nothing more than an embarrassment to the selfish, fucked-up brats you have spawned to replace yourself. Choose your future. Choose life... But why would I want to do a thing like that? I chose not to choose life, I chose something else. And the reasons? There are not reasons. Who needs reasons when you have heroin?
Algunos habréis reconocido este texto como el comienzo de la fabulosa Trainspotting(en inglés)(en castellano), y de la que podría decir, una de las mejores películas europeas de los últimos 20 años, pero como no tengo ni idea de cine, prefiero ahorrarme ese comentario. No he encontrado una mejor introducción para adentrarme en la faceta más oscura del rock’n roll: las drogas. Una afición que llevó a la tumba a un inmenso número de artistas (la lista es interminable). Se pueden encontrar infinidad de canciones con alusiones a la ingestión de drogas, sus efectos, e incluso en contra de ello. Por eso, me ha apetecido recoger en este comentario algunas de las que creo más relevantes, más sorprendentes, más interesantes; no hay ningún otro propósito. Alcohol, marihuana, ácidos, setas, anfetaminas, speed, cocaína, crack, heroína,… cualquier cosa vale. Feliz viaje. ¿Y mis fuentes? No hay fuentes. ¿Quién necesita fuentes cuando tienes wikipedia?
The Beatles – Lucy in the Sky with Diamonds La archifamosa canción más controvertida de los grandes entre los grandes. Todos los miembros de los Beatles han negado sin cesar los rumores de las alusiones a las drogas en sus canciones, además de negar su consumo. En este tema hablan de “cielos de mermelada”, “flores de celofán”, “taxis de periódicos”, o “porteros de plastilina con corbatas de cristal”. Pero hay mucho más escondido: El título encaja con el acrónimo LSD (ácido altamente alucinógeno), y Lucy es uno de los sobrenombres típicos de dicho alucinógeno. Lennon explicó el título de la canción hablando de que su hijo trajo un día un dibujo de una amiga suya del colegio, Lucy, y lo tituló “in the sky with diamonds” (aquí se puede ver). Se podrían escribir libros enteros de esta canción. Por eso es estupenda. Por eso, y por ser la primera en canción de rock en donde se utilizaban dos métricas diferentes, 3/4 para la mayor parte de la canción, y 4/4 para el estribillo.
Pink Floyd – Shine on you Crazy Diamond El grupo escribió este tema faraónico para honrar al genial Syd Barret, miembro fundador del grupo, cuya adicción a las drogas lo llevó a abandonar el grupo, y después a la abstracción y la locura. Se trata de uno de los homenajes más sentidos de la historia del rock. “Crazy diamond” se refiere a la canción anterior, y a la adicción de Barret al LSD, entre otras drogas. La canción dura más de 30 minutos, divididos en 2 cortes del álbum Wish you were here.
The Rolling Stones – Sister Morphine Una desgarrada balada, en donde una sobredosis acaba mandando a su protagonista al hospital suplicando por un pinchazo de morfina (“Please, Sister Morphine, turn my nightmares into dreams”) a “médicos sin cara”, para poder esperar la muerte sin dolor. Una canción escrita en su totalidad por Marianne Faithful, la gran diva de Mick Jagger, y relacionada con su adicción a la heroína, que probablemente podría ser biográfica tanto para Jagger como para Keith Richards. Se encuentra en el genial álbum Sticky Fingers, todo él repleto de alusiones, explícitas o sutiles, al consumo de drogas. Una versión alternativa sugiere que el protagonista sufre un accidente de coche en vez de una sobredosis, pero esto poca gente se lo cree.
David Bowie – Space Oddity Esta canción posee múltiples interpretaciones. La más extendida, y la más obvia, es que está basada en 2001: a space odyssey, la novela de Arthur C. Clarke y posterior película de Kubrick. Esto es muy cierto. Pero también hay otros hechos muy ciertos: la canción es de 1969, en plena época adictiva de Bowie. El protagonista de la canción, el astronauta Major Tom, pierde contacto desde su nave espacial con el control de tierra, algo interpretado como una desconexión de la humanidad mediante la ingestión de drogas. Además, al principio de la canción Major Tom toma unas píldoras ("take your protein pills and put your helmet on") y más adelante unos versos parecen sugerir que sufre efectos alucinógenos ("and I'm floating in a most peculiar way / and the stars look very different today"). La canción puede simbolizar un “mal viaje”, del que el protagonista es incapaz de recuperarse y volver a la realidad.
The Velvet Underground – Heroin Lou Reed es uno de los personajes más enamorados de la droga en la música moderna. A pesar de ello, aún sigue con vida, y produciendo buenos discos. Este tema es absolutamente crudo, sin ningún doble sentido, sin ninguna doble interpretación. Se trata de una canción de amor a la heroína (“she’s my wife, and she’s my life”), repleta de nihilismo absoluto hacia todo lo que le rodea (“And you can't help me now, you guys/And all you sweet girls with all your sweet talk/You can all go take a walk”), y dispuesto a afrontar todas las consecuencias (“I’m gonna try to nullify mi life […] Heroin, be the death of me […] and then I’m better off and dead”) Además, demostraba ser consecuente inyectándose dosis en algunos conciertos.
J. J. Cale / Eric Clapton – Cocaine Una de las pocas canciones en contra del consumo de drogas. Famosísima, alcanzó la fama cuando Clapton la versionó, pues la original era de J. J. Cale, y los medios musicales de la época decidieron no buscarse problemas (pues también puede entenderse como una oda a la cocaína, algo que Clapton se encargó de desmentir más adelante, incluso refiriéndose en sus conciertos a ella como “that dirty cocaine”). Pero cuando un artista de la talla de Clapton la hizo suya, no tuvieron más opción.
The Red Hot Chili Peppers – Under the bridge Escondida en una supuesta canción homenaje a Los Ángeles, la ciudad natal de los miembros del grupo, lo cual es cierto, se encuentran referencias muy claras a la época adictiva de Anthony Kiedis, empezando por el propio título, que se refiere a los chutes de heroína que se inyectaba bajo un puente junto con un miembro de la mafia mejicana, y en el verso (“Under the bridge downtown/Is where I drew some blood”).
La música recorre deprisa 300 kilómetros. Concretamente, tarda 14.7 minutos. Y de entre todos esos ecos veloces, se encuentran algunos interesantes. Algunos, además, tienen carta de presentación:
3 discos. El último, Máquinas románticas. Gran instrumentación y mucho sentido del humor para la gran sensación del glam rock español. Ya están aquí Circodelia, nena… cortesía de 300 kilómetros, y a partir de ahora, de los 40 principales.
Al final se descubren. Muse entierra su dependencia de Radiohead y firma un álbum memorable. Ya no cuesta reconocerlos. Un disco de sonidos épicos, limpios y eléctricos, densos de instrumentación y con Bellamydesatado en su expresión sentimental, abandonando la ñoñería. Han encontrado su sitio. La joya, un videoclip hortera y de chiste para Knights of Cydonia, una canción muy seria.
Follow the city lights ha traído revuelo. El cambio de rumbo de Dover no parece haber contentado a sus fans de toda la vida. La inclusión de percusión y sonidos discotequeros se les ha atragantado. Se ha hablado de giro comercial a su música, de una traición a su estilo, de decepción, de ridículo…
Ardo en deseos de hacer unos cuantos comentarios al respecto:
Lo primero es que yo solamente conozco un disco de Dover que NO sea comercial, y es el primero, Sister; que por cierto me parece el de menor calidad, debido especialmente al inglés de Amparo, bastante patatero (por suerte, ha mejorado muchísimo en ese aspecto con los años). Y este último disco no me parece más comercial que el resto (tampoco entiendo muy bien por qué este hecho ha de hacerlo mejor o peor). También he de decir que tampoco tengo mucho aprecio por el sonido Dover “de toda la vida”. Creo que Devil came to me es un disco realmente bueno, y bastante comercial, por cierto, pero el resto pasan sin pena ni gloria por mi reproductor… y precisamente uno de los grandes defectos que pienso que tienen es que son fotocopias los unos de los otros. Así que romper con el sonido “de toda la vida” es lo mejor que podían haber hecho, desde mi punto de vista. Además, tampoco es para tanto: el que diga que los Dover de ahora no tienen nada que ver con los de antes, una de dos: o no ha escuchado los discos anteriores, o no ha escuchado el nuevo. Las mismas guitarras siguen siendo preferentes, la voz y las letras son similares, incluso en Shine on me o Dear McCartney tienen baladas resultonas, de esas que tan buen resultado les ha dado y que saben hacer tan bien, Salvation recuerda a Loli Jackson terriblemente, y etcétera. El disco es de fácil y agradable escucha, y aunque suene un pelín repetitivo, desde luego tiene elementos nuevos que se agradecen, aunque sin pasarse.
Vale, hasta aquí lo bueno. Pasemos a lo malo:
Se nota que no tienen nada de soltura con la componente electrónica. En general suena correctito, pero a veces la percusión me recuerda al disco pop & dance del Blanco y negro mix… Menos de 35 minutos a 15 o a 18 euros. Calculad el precio del minuto. Espero que algún día se den cuenta de su error y canten en castellano. El vídeo musical de Let me out es cutre hasta decir basta. Y en este caso sí que reconozco que parece especialmente diseñado para los 40 TV. Juzgad vosotros mismos.
En resumen, creo que el disco se merece una escucha. Y en esa escucha se oye lo bueno y lo malo de Dover. El problema es que a veces lo malo supera con creces lo bueno. Que cada uno escoja con lo que se quiere quedar.