Tras engullir un Cous Cous vegetariano que me sabe a gloria junto con un litro cervecil, me dirijo yo solito a ver a Madness, que hace un concierto virtuoso y divertido (no entiendo cómo no les dio un golpe de calor ahí mismo, con traje y corbata), pero sin exageraciones. Eso sí, genial We are the Madness. Vuelve Guille, y nos planteamos como objetivo acercarnos lo más posible al escenario, ya repleto media hora antes, para disfrutar de… ¡Depeche Mode!
Y como dice Guille, Depeche Mode no hacen un concierto de festival; les importa poco el marco en que se encuentran, que Placebo vengan después…montan un show a su manera, de hora y tres cuartos, el más largo del festival. Y qué concierto: mezclando los temas de Playing the angel con maravillas como Walking on my shoes, Stripped, Personal Jesus (menuda actuación), World in my eyes, Enjoy the silence…el festival se rinde a sus pies, a todos se nos contagia la energía de Dave Gaham, que nos hace vibrar sin parar, ¡incluso le cantamos el Cumpleaños Feliz a Martin Gore!... Otro conciertazo para el recuerdo.
Pero es que ¡aún queda Placebo! Conseguimos acercarnos más, y con con 25 minutos de retraso, Brian Molko y compañía comienzan con Because I want you…creo. Otro concierto impresionante. Basado en la primera parte en Meds, su nuevo trabajo, uno de los discos del año, la ejecución ralla la perfección, a pesar de la escasa interacción con el público. Se me eriza la piel con Follow the cops back home y Song to say goodbye, el grupo me traspasa su infinita y emotiva tristeza, a mí a y a la mitad de la audiencia. Sin ser brillante, el concierto ha sido tremendamente profesional, explotando al máximo la calidad de su último trabajo y entremezclando clásicos como Special K y Every You Every Me, dándonos la puntilla con Blind. Nunca fueron santo de mi devoción, pero tras este fantástico Meds y su tremenda profesionalidad en directo, me descubro ante ellos.
Es entonces, a las 2:30, con Jennifer Cardini de fondo, cuando me doy cuenta de que llevo más de 6 horas deambulando por el recinto, sin descanso, sin sentarme siquiera, escuchando una música absolutamente sobresaliente. El cansancio ha pasado a formar parte de los mismos huesos, pero la sensación es tremendamente agradable. Físicamente arruinados, nos dirigimos como zombis hacia la tienda, y allí nos dejamos caer totalmente hipnotizados por los dos últimos días maravillosos que hemos vivido.
Pero me resisto a que esto termine, y tras una pausa de avituallamiento, saco fuerzas para acercarme, otra vez solo (aunque luego me enteré de que Guille también estuvo allí), para envolverme una última vez del maravilloso ambiente del festival, y para escuchar a unos infumables The Rakes, que trato de sacar rápidamente de mi cabeza para no arruinar el agradable embrujo musical que me rodea y me envuelve.
La degeneración física es total, vuelvo a la tienda sobre las 6 de la mañana. Estoy acabado, pero tremendamente orgulloso de haber asistido a uno de los espectáculos más importantes e irrepetibles de la música moderna en nuestro país.
Por favor, que nadie me despierte.