“Un día, tras bajarnos del escenario de tocar ‘Justice’, uno de nosotros dijo ‘no vamos a tocar esta puta canción ni una sola vez más’”Dyer’s Eve también les suponía dificultades colosales y tardó mucho en ser tocada en directo, hasta el 2004; la instrumental To Live is to die es un nuevo tributo a Burton, con algunos de los riffs compuestos por él antes del accidente, y con un pequeño poema salido también de sus manos. En conjunto, una nueva obra de referencia indiscutible, de la que Hammet sale coronado como uno de los grandes guitarristas del momento.
Tres años más tarde, tras un interminable proceso de producción conjunto con Bob Rock, aparece el disco homónimo de Metallica, que fue bautizado por sus fans como Black Album. El grupo ha cambiado de estilo: la longitud de las canciones es mucho menor, la velocidad se reduce considerablemente: la única reminiscencia thrash es el último corte, The struggle within, que de hecho parece completamente fuera de lugar; también desparece el corte instrumental. A pesar de ello, sigue siendo Metallica. Riffs muy acertados y elaborados, solos de guitarra para lucimiento de Hammet, letras más personales y atmósferas más densas construyen el álbum más vendido de toda la discografía de Metallica. Dos estupendas baladas, con un sonido más comercial, contribuyen decisivamente a ello: The unforgiven y Nothing else matters. Hay canciones que se convierten en clásicos del grupo, como Enter Sandman o Sad but true. También experimentan con nuevos instrumentos: en la intro de Wherever I may roam Hetfield utiliza un sitar eléctrico. Newsted cobra más protagonismo con el bajo, y compone una genial My friend of misery. Tanto el proceso de grabación como la gira posterior al lanzamiento se recogen en “A year & a half in the life of Metallica”, un interesante documental en donde se puede observar el perfeccionismo del grupo, tanto en las grabaciones como en los conciertos, junto con las continuas disputas entre ellos y con Bob Rock. También se puede ver el accidente en el escenario de Hetfield con la pirotecnia, que le produjo quemaduras de segundo y tercer grado en el brazo izquierdo y provocó que no pudiera tocar la guitarra durante parte de la gira, siendo sustituido por John Marshall, aunque siguiera cantando. Son los mejores momentos: el disco catapulta hasta lo más alto al grupo, no sólo en ventas y popularidad, sino también como una demostración de lo que una renovación de sonido debe significar en un grupo de éxito. Metallica rebasa las barreras del Heavy y se convierte en un fenómeno de masas.