En algún momento entre los 10 y los 12 años me enganché irremediablemente a la que sería a partir de entonces una de mis mayores aficiones. En los inicios con algún vinilo, después con desgastados y sucios sonidos en cassettes, originales o grabados directamente de la radio (creo que aún podría encontrar entre mis cosas un cassette con la grabación de un especial de Plásticos y Decibelios acerca de Queen, que se emitió en el segundo aniversario de la muerte de Freddy Mercury), más tarde con los CDs y actualmente con los reproductores de mp3. Desde entonces he escuchado miles (y esta vez no exagero) de grupos, decenas o cientos de miles de canciones, de todos los estilos, de todas las épocas. He vivido y vivo la música con una enorme pasión (una pasión comparable a la horrible frustración que me produce el ser incapaz de generar nada mínimamente decente con un instrumento musical), y un ejemplo claro y evidente es este espacio de
Se convirtió en pasado. Los fans de Metallica fuimos cruelmente maltratados, despreciados y apaleados; escuchamos boquiabiertos el lamentable espectáculo de Reload, tuvimos que aguantar el despreciable comportamiento de Lars Ulrich y compañía en la polémica de Napster, comprobamos atónitos sus patéticas maniobras de enriquecimiento sin límites con numerosos recopilatorios, y abandonada ya toda esperanza, nos tragamos con patatas la bazofia de St. Anger. Todo esto fue demasiado. Hasta para un fan. El divorcio se consumó irremediablemente.
Death Magnetic no es una obra maestra dentro de la discografía de Metallica; sin embargo, significa (significará) mucho para toda nuestra generación de desencantados seguidores. Esta vez no necesitaremos buscar una pequeña virtud, por insignificante que sea, revolviendo entre la basura más apestosa, esta vez no tendremos que defender lo indefendible, ni tendremos que resistirnos a aceptar lo que todo el mundo ve menos nosotros. Esta vez Metallica va en serio. Este disco posee la esencia de lo que Metallica fue en el pasado y ya será para siempre, y era un bien completamente necesario, para ellos y para nosotros. Han vuelto la velocidad y los complejos y estupendamente bien entrelazados riffs, los vertiginosos solos y el bombo poderoso. Los dos primeros cortes del álbum, That was just your life y The end of the line, tienen una fuerza y una calidad que no escuchábamos desde hace más de diez años. El primer single, The day that never comes, es una balada de enorme calidad, a medio camino entre Fade to black y One, aunque obviamente no llega al nivel de semejantes obras maestras. Cyanide, la piedra angular del álbum, se encuentra a medio camino entre el Black Album y Load. All nightmare long y Broken, beat & scarred poseen un oscuro y poderosísimo estribillo. Unforgiven III cojea ciertamente, pero posee un solo de una calidad espeluznante. Y además, vuelve el corte instrumental, la gran seña de identidad de los mejores Metallica, con Suicide & redemption. Un trabajo digno, que nos hace sentir razonablemente orgullosos y nos permite mirar de nuevo cara a cara (por fin) a uno de los mayores iconos del Metal.
Siempre habrá quien ni siquiera le dé una oportunidad a este álbum. Quienes en algún momento decidisteis que Metallica no sería capaz de hacer nada destacable, que os reiréis de la edad, el ego y el alcoholismo de Hetfield, que criticaréis despiadadamente Death Magnetic sin siquiera haberlo escuchado, solamente por provenir de los “acabados” Metallica. Bien. Estáis en vuestro derecho, por supuesto. Pero esta vez, y a la vista de este disco, yo también estoy en mi derecho (¡por fin!) de dedicaros lo siguiente, con una sonrisa de satisfacción en la cara: esta vez, que os jodan.
Acutalización: Me encanta no ser el único que piensa así.
3 comentarios:
No sólo has hecho recopilatorios de casete, el pobre Vhs también ha sido objeto de las más variopintas remezclas. Yo por suerte he tendido la fortuna de verlas, eso si, completamente cocido, todo hay que decirlo ;) .
Doy fe de tu pasión por la música así como de total y absoluta incapacidad para que salgan notas musicales de tus manos, y lo que es peor, ¡de tus cuerdas vocales! JA JA. Vaya, veo que te ha gustado el dísco, y chico, cada vez que te leo lo haces mejor que la anterior.
¿Recuerdas cuando nos compramos la grabadora de CD´s? Joer, una phillips que te grababa un cd en 20 minutos y gracias. Pero supuso una revolución ¿eh? De repente, no sólo nos gastábamos el dinero en cd´s, también nos pulíamos los cartuchos de tinta imprimiendo las carátulas de los discos. Joer, como pasa el tiempo. Yo ahora ni compro cd´s, tiro de memoria flash y discos duros portátiles (jódete Tedy B a u t i s t a) ya que con pagar el canon una vez es suficiente.
En fin, que me alegro que los Metallica hayan vuelto a sus orígenes, ya sabes que para mi siempre fueron... JA JA JA
Un abrazo campeón, y ya sabes que tienes pendiente algo que celebrar.
En un principio me agragué al bando de los fans desencantados hartos de que Metallica, a cada trabajo, hundiese aún más en el barro el buen nombre que un día tuvo, y sin escucharlo tomé el último disco por una bochornosa basura del calibre de st. Anger. Sin embargo, he escuchado algunas canciones de Death Magnetic: the day that never comes y my apocalypse, creo que así se llama, y tengo que reconocer que mi opinión ha cambiado radicalmente. Desde luego el último trabajo no tiene la frescura y la originalidad de los grandes discos, si bien aportar más originalidad, adecuada a la época, que discos como Master of Puppets, aún hoy en día insuperado, es francamente difícil por no decir imposible, no obstante muestra una calidad y una fuerza de las que en los últimos 15 años Metallica sólo daba cuenta en directo, donde nunca dejaron de ser los más grandes.
Por cierto, soy David. Un saludo desde los USA.
No sabía que te gustaba tanto el rock. Bueno, la verdad es que no sé casi nada de ti.
Enhorabuena por el blog.
Noelia.
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